“Tenemos que seguir siendo útiles”

“Tenemos que seguir siendo útiles”

Entrevista: Santiago Rodríguez Vega, presidente de la Autoridad Portuaria de Avilés.

¿Por qué es importante que un puerto como el de Avilés apueste por la digitalización para convertirse en un puerto inteligente?
Sabemos que para seguir siendo útiles a las empresas que utilizan el puerto tenemos que ser eficientes. Las nuevas tecnologías nos brindan nuevas oportunidades para abordar nuestra misión y nuestra organización de una forma más flexible. El éxito del puerto en el futuro ya no va a depender de grandes inversiones en el medio físico, va a depender de nuestra capacidad de interrelacionarnos con nuestros clientes, usuarios y ciudadanía.

El vínculo de un puerto con la ciudad y con la industria es clave. ¿Es importante que exista una alineación de los tres ámbitos hacia el concepto “Smart”?
Efectivamente. Estamos asistiendo a una nueva revolución industrial, lo que se viene identificando como industria 4.0 y que tiene como pilares fundamentales las nuevas tecnologías de la información y la comunicación; los nuevos sistemas de generación eléctrica y nuevos modos de transporte.
Gestionar esta nueva situación nos obliga a una mayor interrelacion y gestión de la información. Las industrias de nuestro entorno y las administraciones públicas ya están trabajando en este nuevo escenario con mayor o menor intensidad, pero el recorrido es inevitable.

El puerto de Avilés ha hecho una fuerte apuesta por convertirse en un puerto inteligente. ¿Cómo lo está llevando a cabo?
En primer lugar, hemos hecho un análisis del punto en que nos encontrábamos en cuanto a digitalización, y a dónde queremos llegar en los próximos años para poder aprovechar, junto con nuestros clientes, todas las ventajas que aportará el entorno 4.0.
Identificamos los procedimientos más utilizados y aquellos en los que la digitalización más agilidad podía aportar: detección automática de atraques, solicitudes de servicios en tiempo real, puesta en marcha de los sistemas medioambientales de forma automática. Una vez tuvimos claro el escenario lanzamos una fuerte apuesta inversora, de casi 3 millones de euros, con recursos propios, en la primera fase de nuestro SmartPort.

¿Qué papel juegan las personas -ya sean de la propia Autoridad Portuaria o del entorno- en un proceso como este?
Un proceso de esta naturaleza ha de reforzar la propia organización. Tenemos que conseguir que el desarrollo e implantación del SmartPort sea percibido por los trabajadores de la Autoridad Portuaria y por los usuarios como una oportunidad para reforzar la vinculación con la empresa y, por qué no, de mejorar la proyección profesional, porque todos vamos a tener que esforzarnos y estar atentos a nuevas exigencias técnicas, profesionales y organizativas.
Las personas son la parte central del SmartPort; si olvidamos que este proyecto es para mejorar y optimizar el trabajo de las personas, no tendrá éxito.

Hoy en día, parece que la organización que no está inmersa en un proceso de transformación digital no tendrá un buen porvenir. ¿Cómo elegir al mejor socio para llevarlo a cabo?
Como empresa pública, la forma de seleccionar a las empresas que colaboran con nosotros está tasada y regulada, no podemos dejarnos llevar por intuiciones o sintonías personales.
En nuestro caso, el pliego de condiciones del contrato era muy exigente, y en él apostamos por el profundo conocimiento del entorno Smart, y primamos que el desarrollo del proyecto se plantease de forma integral y que tuviese una perspectiva de crecimiento futuro. En este tipo de contratos que afecta tanto al desarrollo del puerto, la propuesta que haga la empresa tiene que ser ambiciosa, porque buscamos un socio, no un mero proveedor.

Términos como eficiencia, innovación o sostenibilidad caracterizan una transformación de estas características. ¿Es la tecnología la palanca más importante para lograrlo o existen otras?
La tecnología es una herramienta poderosísima para aumentar la eficiencia o la sostenibilidad de una organización, pero debe venir acompañada de un cambio cultural. Si no somos capaces de asumir que la transformación digital nos permite hacer las cosas de otra manera, diferente pero mejor, a como las veníamos haciendo, solo nos habremos comprado un “juguete tecnológico” muy caro.

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